La audiometría es la prueba principal que realizamos en los centros auditivos para valorar la audición de un paciente y así poder elaborar un diagnóstico exhaustivo.
Nos permite medir de forma precisa gracias a un aparato llamado audiómetro que emite sonidos a diferentes frecuencias e intensidades. El objetivo es obtener los umbrales auditivos o niveles mínimos de intensidad a los que la persona explorada es capaz de percibir estímulos acústicos que se le van presentado en forma de tonos puros de distintas frecuencias. En una audiometría se explora normalmente el espectro auditivo de 125 a 8000 Hz, y las intensidades que se estudian van entre 0 y 110 decibelios.
Una persona cuyos umbrales tengan un valor de 25 db tiene una pérdida de audición, lo podemos ver en la audiometría
Para realizar una audiometría la persona debe entrar en una cabina o habitación insonorizada, para evitar la interferencia de otros sonidos o ruidos externos y colocarse unos auriculares. Se explorarán ambos oídos de manera independiente. El examinador le irá presentando una serie de sonidos, como hemos mencionado anteriormente, de diferentes frecuencias e intensidades y el paciente irá presionando un pulsador cada vez que oiga el sonido hasta que llegue a niveles inaudibles.
Los resultados obtenidos se representan en una gráfica llamada audiograma y en ella quedan representados los umbrales de audición de la persona explorada. Se anotan los valores de la audiometría tonal aérea, también se medirá la vía ósea del paciente, y para hacerlo el paciente se pondrá una diadema con un vibrador situado detrás de la oreja, encima del hueso mastoides. También se representa el umbral de disconfort, que es el punto en el que una persona puede oír la máxima intensidad de sonido de manera que no le resulte molesto, pudiendo llegan a producir dolor al paciente superar este umbral.
La diferencia entre el umbral auditivo y el umbral de disconfort , UCL, se llama rango dinámico. Este rango es el espacio audible en el que el paciente se encuentra cómodo oyendo.
Otra de las pruebas necesarias para hacer un buen examen auditivo es una audiometría verbal o logoaudiometría. En ella evaluamos que además de oír el sonido, la persona pueda entender las palabras.
Basándonos en los resultados de la audiometría, podemos decir si el paciente sufre o no pérdida auditiva y, si así fuera, podemos determinar la gravedad de la misma.
Con estos resultados podemos diagnosticar el tipo y el grado de pérdida y así poder recomendarle al paciente cual es la mejor solución para su caso y también, sobre estos datos podemos hablarle a nuestro paciente de las expectativas reales que tiene.
En salud auditiva la prevención es la mejor aliada
Anticiparse a posibles problemas es siempre el mejor tratamiento, y para ellos las revisiones auditivas son clave. Podemos hacer un seguimiento y control de la audición para cuando se detecten umbrales por debajo de lo normal podamos valorar que tipo de solución dar. Como en todos los temas de salud, el factor tiempo es muy importante para luego poder tener una solución al problema lo más exitosa posible.
Se recomienda hacer revisiones auditivas a partir de los 50 años para poder detectar cualquier alteración y obviamente siempre que la persona sospeche que su audición ya no es tan buena como antes.
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Patricia Rincón Guerra
Audióloga audioprotesista